Hace 25 años, Segundo Ramón Chiguay y su esposa Teresa Quintayana abrieron su heroico puesto de venta de productos secos del mar en la esquina de Bulnes y Baquedano de Puerto Natales.
En sus primeras épocas, Segundo acarreaba diariamente su puesto llamado “El Kiosquito”, desde su casa al centro, hasta que el esfuerzo le provocó dolores permanentes en su espalda.
Finalmente obtuvo el permiso necesario para mantenerse en la esquina de la localidad. Y desde entonces es una verdadera postal de la ciudad.
No faltan los turistas que quieren llevarse la imagen de su puesto tan cargada de simbolismo.
“Con mi vieja vivimos de nuestro trabajo, hasta hoy nunca pudimos conseguir un proyecto que nos ayude a comprar más mercadería o mejorar el lugar”, explica Segundo un poco molesto.
“El Kiosquito” es un clásico natalino. Basta acercarse a su pequeña estructura para que los aromas del mar comiencen a dejarse sentir. El comercio exhibe cholgas secas de Puerto Edén, ajos de Castro y harina tostadada de Castro, entre otros. También hay luche y miel.
Las tiras de cholgas parecen fugarse por las ventanas de espacio. Desde las sombras aparece el rostro pleno de su propietario, listo para atender y escuchar. Porque las conversaciones son parte de su oficio.
Segundo nació en Puerto Aguirre aunque se crió de niño en Puerto Edén. La verdad es que, después de un cuarto de siglo viviendo en Puerto Natales, ya se siente natalino. “Mi familia está en Puerto Edén”, explica.
El comerciante fue en el pasado buzo, una actividad que le permitió crecer y aprender técnicas diversas laborales. “Trabajé mucho como buzo en Melinca, tomé cursos, estaba bien preparado y por eso me pedían siempre”, cuenta. En aquel tiempo, Segundo recuerda, bajaba hasta los 30 metros de profundidad.
Hoy puede contarlo desde su puesto que como un singular faro de las costumbres del sur marca el paisaje urbano de la localidad.
