Visitar un museo es lo más parecido a experimentar con una máquina del tiempo.
No hay ciencia ficción, no hay personajes desesperados tratando de salvar un mundo en llamas.
Por lo general es lo contrario: reina el silencio. Un silencio cómplice destinado a que solo hablen los objetos que alberga el museo.
En el museo antes que la fantasía se alimenta el método. Dónde y cómo ubicar ese pasado delicado que siempre amenaza con desaparecer frente a nuestros ojos. Porque, hay que decirlo, el pasado es frágil.
El Museo Histórico Municipal de Puerto Natales no resulta una excepción. Cumple a rajatabla las máximas de un buen museo. Hay objetos curiosos y trascendentales. Hay fotografías que nos hipnotizan. Hay recreaciones que nos trasladan al pasado a la velocidad de la luz.
Una parte significativa del pasado de Puerto Natales y de Ultima Esperanza está representado entre sus paredes.
Aunque nació hace relativamente pocos años, principios de 1990 en una casa que fue originalmente un recinto familiar, posee la impronta de un edificio con historia.
Apenas ingresa el visitante se encontrará con un bote que recuerda y refleja una de las actividades pioneras de sus colonos y que se enlaza con la milenaria cultura kawéskar.
Hacia el fondo saltan a la vista, como pantallazos, como fantasmas dotados con la capacidad de seducir antes que espantar, formas del ayer. Hay una montura que recuerda al baqueano de la región, sus boleadoras que se han usado sin prejuicio de un lado y el otro de la frontera, espuelas, homenajes mudos al amigo caballo.
Más allá máquinas de coser, una de escribir, fotografías que traen desde la lejanía a la memoria todo eso que fuimos como cultura, como voluntad. Frentes de casas coloridos. Patios enormes. Calles solitarias.
Y en muchas ocasiones, los rostros de aquellos vecinos y vecinas. Son sus miradas duras, penetrantes, afiladas, como de quien ha venido a desafiar el fin del mundo. Lo extremo. Rincones de los mapas en los cuales encontrar prosperidad.
El Museo Natural de Natales tiene un amplio trabajo dedicado a los hitos sociales y económicos de la provincia de Ultima Esperanza: su frigorífico y la administración de la Sociedad Explotadora ya desde fines del siglo XIX, las tareas bellas y difíciles que definen al campo, el mar y sus leyendas; y sus pueblos originarios en fotografías, materiales, representaciones de su cultura que se forjó en el mar y los canales.
Tampoco está ausente la pátina cotidiana. Una cama y sus utensilios de higiene. Un acolchado, una silla de madera, una maleta de cuero que explican lo austero de las costumbres.
“Venir es como darse un baño de algo distinto, conectarse con otra cosa que no es lo de todos lo días, y todavía sentimos que nos falta mucho por mostrar”, explica Cristina Yañez, su directora. Entonces Yañez mira hacia el fondo, hacia el museo y el pasado. Queda un universo por conocer.
El Museo Histórico Municipal de Puerto Natales está ubicado en Manuel Bulnes 285 y funciona en horario de mañana y tarde.